Breve historia de las portadas (26ª parte)

No digáis nada,

pero os voy a contar un secreto que leí en algún lado,

(Ifigenia los encontró porque le gustan los libros)

en un libro que afirma que jugar al twister es divertido

(¡¡si es que se parecen hasta los personajes!!)


(gracias a Olga Lunera por su sensación de vivir)

y que todos los ángeles tienen cuerpos de pecado:

(en blanco y negro, o en negro y blanco)

Resulta que si vais al bosque a cazar un hada,

y conseguís que os rocíe con el polvo de sus alas su garganta,

(gracias a Ifigenia por hacerme, como de costumbre, la mitad del trabajo)

podréis volar como Peter Pan

hasta un lugar muy lejano, donde las tuberías son las nuevas autopistas

y, si guiñáis mucho los ojos, todas las casas tienen forma de mujer.

(gracias a Aererion por haberlos guiñado el primero)

Allí el tigre de Aladdin es amigo del león de Narnia,

los dragones son princesas con ojos de gato,

todos los egiptólogos no han cumplido aún quince años,

unos héroes misteriosos ayudan a ancianitas en todos los semáforos,

y Lizzy Bennet se gana un dinerillo extra con papeles no tan pequeños en libros no tan grandes.

(no sé el nombre de la anónima que me lo dijo, pero igualmente, gracias)

Allí, en ese mundo de ensueño,

es donde viven los héroes más grandes,

(sólo Sophie supo ver lo no tan obvio)

esos que tienen un corazón de mermelada

para poder atrapar el vuestro para siempre,

y ya sabéis que ese es su regalo.

Así que, para terminar el post, abrid bien las manos, porque la twilighter que hay dentro de Ifigenia quiere daros veintiún algos (bueno, si no digo que hay algunas colaboraciones mías le va a parecer mal, así que digamos que yo os doy 3 y ella sólo 18).